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Se entiende por inflación a la variación en el nivel general de precios en los bienes y servicios de una determinada economía.
Para calcular la inflación se considera la evolución en el precio de una canasta de bienes y servicios representativa, siendo los dos más utilizados el índice de precios al consumidor (IPC) y el índice de precios al productor (IPP).
En Chile, la definición de la canasta está a cargo del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), quienes mensualmente entregan un reporte con la evolución de la inflación. Actualmente, el índice posee 12 divisiones (categorías), siendo las más relevantes las divisiones de Alimentos (19,37%), Vivienda (14,82%) y Transporte (13,12%, donde se incluye el precio de los combustibles).
En general, la inflación obedece a cambios en la cantidad de dinero circulante,
donde se generan desequilibrios entre el total del dinero existente y el nivel de producción
(o total de bienes y servicios).
Por tanto, se espera que la capacidad productiva de la economía reaccione entorno a la segunda causa. Si la economía, a nivel agregado, demanda mayor cantidad de bienes y servicios, llevará a un proceso de adaptación de la oferta, con los productores aumentando su producción.
Por tanto, se espera que la capacidad productiva de la economía reaccione entorno a la segunda causa. Si la economía, a nivel agregado, demanda mayor cantidad de bienes y servicios, llevará a un proceso de adaptación de la oferta, con los productores aumentando su producción.
Los índices de inflación para la economía chilena han alcanzado máximos sólo comparables a la década del ’90, acercándose a un 13,7% en los últimos doce meses al mes de septiembre.
